En esta entrada publicamos la entrevista que le hicimos a Antônio Pereira da Silva quien participó en el proyecto Golondrinas desde 2018 hasta 2020, mientras estaba en la Unidad Penal de Tocantinópolis (Tocantins, Brasil). Antônio es una de las personas que habla del proyecto Golondrinas en el cortometraje que compartimos en nuestra entrada pasada. Nació en Tocantinópolis, pero ahora vive en Palmeiras. La entrevista la hizo Mario Torres, miembro del equipo de nuestro blog, vía plataforma virtual.
A continuación de la entrevista, lxs lectorxs encontrarán también el texto “Entre pájaros, ciegos y respiración: un vivir posprisión” que Antônio escribió para el libro Andorinhas Reinventam a Prisão, organizado por Aline Campos y Rafael Caetano do Nascimento.
Mario: Antônio, ¿cómo ingreso al Proyecto Golondrinas?
Antônio: A principios de 2018, la doctora Aline vino al sistema en el que yo estaba recluso y llegó con la propuesta de hacer un “Club de los libres”, un club de lectura. Fue a través del club de los libres, del club de lectura, que llegué al Proyecto Golondrinas, y también a la escuela formal, que no existía dentro del penal.
Mario: ¿Por qué decidió participar del “Club de los libres”? ¿Cómo fue ese proceso?
Antônio: A través del proyecto de extensión de la universidad (Universidad Federal de Tocantins) llegué al “Club de los libres”. Escribimos dos libros en este tiempo, entre que estaba recluso y que salí en libertad…
Hicimos la impresión de los libros, primero este, Ler e escrever na prisão (Leer y escribir en la prisión), y el segundo, Andorinhas reiventam a prisão (Golondrinas reinventan la prisión).
Mario: ¿Participó de ambos?
Antônio: Sí, participé de los dos. Nosotros tomábamos piezas literarias, piezas de teatro, y las transformábamos en reseñas, fue así que se dio ese primer libro. Y lo que el proyecto me trajo de más significativo, por decirlo de alguna manera, fue continuar mis estudios. Fue a través de ese primer proyecto, de “Leer y escribir en la prisión”, que era del “Club de los libres”, que volví a estudiar. Hice dos ENCCEJAS[1], para primaria y secundaria, aprobé los dos estando adentro, y cuando salí, ya ahora en 2020, rendí el ENEM[2] e ingresé a la facultad en 2021.
Mario: ¡Qué bueno! ¿Qué estudia?
Antônio: Educación del Campo, el profesorado en Educación del Campo.
Mario: ¿Usted entró al “Club de los libres” por interés, porque quería seguir estudiando o porque no había más opciones?
Antônio: Por curiosidad. Cuando ella [Aline Campos] llegó con la propuesta… yo no soy mucho de creer en el ser humano, principalmente cuando llega alguien a un lugar como la cárcel ofreciendo algo que va a beneficiar a una clase que todo el mundo intenta esconder, aquellos que viven en el sistema carcelario incluso cuando están afuera. En el momento en que llega alguien ofreciendo algo que le va a permitir insertarse más rápido en la sociedad a aquel individuo que está bajo custodia del Estado... Ahí dije entre mí: voy a ver qué anda queriendo esta chica.
Mario: ¿Desde el comienzo creyó que era interesante, cuando comenzó a ir? ¿Qué le fue enganchando, qué le fue interesando como para decidir seguir?
Antônio: La temática del proyecto en sí. Siempre me gustó andar más aislado, no me gusta mucho andar entre multitudes, pero me vi en un lugar en el que no había hacia dónde correr, no había adónde escapar. Me gustaba estar solo y, de repente, me vi en una celda con 22 hombres. Y el Club de los Libres era, y creo que lo sigue siendo, un espacio en el que el preso se siente vivo, se siente un poco gente dentro de aquel sistema, dentro de aquel lugar. Eso me fue dando más ánimos para seguir.
Mario: ¿Qué ocurría en ese espacio para que diga eso, que se sentía gente, que se sentía vivo?
Antônio: La convivencia con personas que no están bajo la misma prisión, bajo el mismo régimen de ley. Porque, igual que como digo en el texto, el sistema es el que aprisiona al ser humano, no solo por el hecho de uno estar preso. El sistema aprisiona al ser humano de varias formas, lo inclina al ser humano a salir de ahí unas, no sé, diez, doce veces peor de lo que entró, una infinita cantidad de veces peor de lo que entró.
Cuando uno se ve en un espacio que intenta romper con ese estigma es gratificante. Y además está lo de la rebaja, la rebaja de pena. Sería un gran hipócrita si dijera que no estaba deseando salir en menos tiempo.
Mario: De las actividades, ¿qué le gustó más, se acuerda de alguna obra que leyó y le gustó, o del proceso de escritura de los libros, por ejemplo?
Antônio: A ver si me acuerdo, hice referencia a esa obra en uno de esos comentarios que fueron escritos, porque mi memoria ahora anda… “Metamorfosis”, de Franz Kafka. Si mal no me acuerdo. Me pareció muy interesante la forma en que él aborda el tema.
Mario: ¿Cómo la trabajaron? ¿La leyeron juntos?
Antônio: Nos la repartieron. Primero que la cantidad de libros era poca entonces Aline hacía muchas fotocopias del libro y las repartía entre los participantes. Después colaboró la editorial que publicó el primer libro, Chão Editora, y la biblioteca fue creciendo. De ahí íbamos tomando los libros para leer, pero del mismo autor, con la misma historia. Y después debatíamos, teníamos ese debate entre los detenidos y las chicas de la Universidad Federal de Tocantins (UFT) que hacen el proyecto de extensión. Porque yo creo que todos los que participaban del proyecto les deben mucho a ellas también. Porque uno ve a jóvenes casi graduadas que se interesan por el tema de entrar y salir de una cárcel, de meterse en un lugar donde solo hay hombres. Me parece que son unas chicas bien corajudas. Una de ellas me dijo un día “mirá, yo pensé que ahí iba a ser distinto, que los tipos nos iban a faltar al respeto a nosotras”. Ahí le dije a ella que no, que acá dentro del sistema hay tres cosas que un preso respeta: al médico, a cualquiera que entre diseminando cualquier tipo de religión —que hable de Dios— y al profesor. Esos tres tipos de ser humano para el preso siempre son bienvenidos, la presencia de ellos en esos momentos, porque son tres tipos de personas que traen un mensaje diferente. Porque el médico va a socorrer al preso en un momento de enfermedad, si está enfermo; el pastor trae la palabra para consolar en momentos de angustia; y el profesor te da aspiraciones para que algún día recorras otros caminos, entres en otros… camines por otras veredas de la vida.
Mario: Otra pregunta, volviendo un poco a la dinámica con los libros, porque usted me dijo que les daban una fotocopia y ustedes la leían en la celda y después la discutían en reuniones, ¿o ustedes las leían en grupo? ¿Cómo funcionaba eso?
Antônio: Era los sábados… Sábado, después de la visita, después de la visita teníamos el encuentro con las chicas y los detenidos, y nosotros íbamos al salón donde hoy está la escuela, que en esa época era la sala de estudios, y ahí debatíamos. En realidad, cuando empezó no había… Había solo un espacio vacío, no había sillas, no había nada. Estaban solo los chicos que empezaron primero allá, Dorivan —el difundo Dorivan, que dios lo tenga en la gloria, falleció—, y João Batista… Ellos contaban que empezaron en el piso, que se sentaban en ronda en el piso, que no había asientos. Cuando ingresé ya estaba más estructurado, ya había sillas, llegó a faltar para algunos, pero se fue armando.
Mario: De ahí ustedes leían y después discutían en ese espacio… Me imagino que las chicas les hacían algunas preguntas ¿o ustedes también ya iban charlando lo que les había gustado del texto?
Antônio: Ellas siempre hacían su contribución, eran ellas las que corregían las reseñas, ese era el trabajo de ellas.
Mario: Ah, ¿eso porque ustedes ya iban con las reseñas escritas?
Antônio: No, nosotros las escribíamos en el taller.
Mario: … ¿después de discutir el texto?
Antônio: Claro, eran cuatro encuentros. Tres para debatir el tema, y uno para escribir.
Mario: En el documental del Proyecto Golondrinas que publicamos en nuestra entrada anterior usted hizo un comentario que nos llamó mucho la atención. Tiene que ver con esto que mencionó de que el sistema no solo aprisiona físicamente, imposibilita el ir y venir, sino también el pensamiento, que aprisiona la libertad de pensamiento…
Antônio: Lo que ordena el sistema, el sistema carcelario en general, puede ser acá en Brasil, o en cualquier lugar, es subyugar al ser humano. Es oprimir. No aborda ningún tema que libere al ser humano a pensar más allá de lo que es propuesto por el mismo sistema. Entonces, ¿qué es lo que propone el sistema? Obediencia, obediencia y obediencia. En el sistema carcelario para que a uno lo consideren un preso bueno, lo único que tiene que hacer es obedecer. Y cuando digo que el sistema aprisiona el pensamiento del ser humano es por… por el contexto en general. Acá, donde yo estuve, la forma de oprimir era menos dura, pero si uno se mete en un penal grande a las 5 de la matina, el guardia entra y todo el mundo tiene que estar de pie, con la cabeza hacia abajo, mirando al piso… Ese lugar disminuye cada día más al ser humano que uno es, al ser humano que un día fue. Entonces, el sistema carcelario lo único que transforma es al hombre en un animal. A pesar de que uno ya es un animal. (risas)
Transforma al ser humano en una bestia. Usted sabe que la gran mayoría sale de ahí y vuelve a la sociedad, y ¿adónde vuelve? Hacia los que lo oprimían. ¿Y cuál es el mayor deseo del oprimido? No es convertirse en el opresor. Es ver al que le oprimía pasando por la misma situación o por una peor que la que él atravesó. Así es que se piensa. Si uno no tiene una mente medio controlada, esa es la única razón que motiva al preso a vivir, y más dependiendo de lo que lo llevó a estar en esa situación. Es eso, es diseminar el odio. Y esto, el proyecto… el proyecto de lectura, el Club de los libres, que es el proyecto de Golondrinas, en el sistema en que yo estaba metido, mitigó mucho esos pensamientos de los detenidos, porque uno iba allá, leía los libros, volvía a la celda, y pasábamos horas y horas debatiendo sobre el tema… Cambió la rutina del penal. Fulano ya no se la pasaba diciendo que cuando saliera iba a arreglárselas con Zutano, arreglárselas con Mengano. Cuando salga voy a robar tal banco, y esas cosas. Rompió muchísimo lo que era el día a día en el sistema.
Mario: ¿Cuántas personas participaban en el proyecto? ¿Había una irradiación hacia las personas que no estaban participando? ¿Se podía incluirlas, debatir ideas con las que no formaban parte del proyecto?
Antônio: Sí, se podía. Se podía debatir, incluso a veces había una celda en la que solo uno participaba del proyecto, pero como ese llegaba hablando del libro y tal, que cómo fue la actividad allá afuera, eso iba atrapando al resto. Entonces, cuando llegaba el fin de semana, iban a preguntar “Aline, ¿hay todavía cupo?”. Cuando salí éramos 22, creo, más de 18 los que estaban fijos, todos los fines de semana, porque el espacio era pequeño y no había lugar para más gente.
Mario: ¿Había más interesados en participar, pero no se podía reunir a más gente?
Antônio: No, no cabían más por el espacio que había.
Mario: ¿Cuántas personas hay recluidas, o había, en esa época, sabe más o menos?
Antônio: Hombre... cuando salí... cuando entré había más, había más de la capacidad, había el doble de la capacidad. Pero cuando salí, no. La capacidad era de 45... Seis personas por celda. Había capacidad para 40 personas y había unas 60. Mejoró bastante.
Mario: Es una cárcel pequeña, por los números que me dice...
Antônio: Sí, la cárcel es pequeña. Ahora Aline piensa extender el proyecto a una cárcel mucho más grande. Quiere implantarlo en Barra da Grota.
Mario: Que es una cárcel grande…
Antônio: Sí, allá ya es grande. Hoy debe tener unos 300 o 400 hombres.
Mario: Quizá, en parte, el proyecto pudo desarrollar tantas cosas por ocurrir en un espacio pequeño, a veces es más difícil en los espacios muy grandes, pero obviamente este proyecto también debería desarrollarse en otros espacios.
Antônio: Sí... Aline lo está intentando, que el proyecto llegue a otras cárceles del estado de Tocantins. Y también fuera, porque difundió bien la idea, la divulgó bien, tanto que ahora estamos en esta conversación.
Mario: Es cierto, el proyecto ha dado buenos frutos. Y otra pregunta, que tiene que ver con lo que mencionó antes de que usted no es de relacionarse mucho. ¿Cómo es la situación ahora? ¿Está más interesado en continuar con trabajos más colectivos, o ahora que está afuera, prefiere estar de nuevo más solitario?
Antônio: Sí, me gusta estar más solo, no me gusta mucho... Como le dije a Aline un día, a mí no me gustan mucho las personas. Porque me gusta estar solo, la soledad me reconforta y me parece bien estar así. Me acostumbré a mí mismo. Viví solo durante unos años. Hay días aquí en casa que le digo a mi hermana que estoy a punto de volverme loco… Uno se aleja un poquito y aparece alguien llamándote. Pero está bien, está bien la convivencia, con personas diferentes, porque cada ser humano tiene su punto de vista, sus ideas. Está bien, estudiamos, debatimos, a veces discutimos, uno está de acuerdo y el otro no con la posición de cada uno, y así vamos viviendo. Es lo que ayer hablaba con Aline, y me daba cuenta de que me estoy volviendo loco con la idea de ir a la universidad este año. Si vuelve a ser presencial no voy a poder convivir con tanta gente. Ella me dijo que lo intentara y yo le dije que iba a ver. Es porque soy un ser del monte. Me gusta el monte, me gusta el campo, vivo en el campo, me gusta estar en el monte.
Mario: Pero, en el momento del proyecto, del intercambio de ideas, también lo disfrutó, por así decirlo...
Antônio: Estuvo bien, fue una buena experiencia.
Mario: Y si ahora está estudiando Educación de Campo, es porque quiere seguir debatiendo también.
Antônio: Sí, porque esto de que estamos hablando es de trabajar mucho en el ámbito de los proyectos sociales y de los grupos sociales como el MST[3] y así. Estoy viendo que voy a terminar la carrera enamorado del MST. (Risas).
Mario: ¿Y alguna vez pensó en volver a participar en el proyecto Golondrinas ya estando afuera? Digamos, ¿ir a la prisión para participar del Golondrinas allí? ¿O eso no le interesa?
Antônio: Si hay oportunidad...porque es complicado que el expresidiario vuelva al sistema carcelario aunque vaya por un proyecto, es muy complicado que entre en la cárcel. Pero si hay una oportunidad y puedo contribuir con ellos, solo es que me llamen. Tengo amigos allí, amigos que participaron aún hoy siguen allí. Tengo amigos que hice allí, así que si puedo contribuir a mejorar su situación no escatimaré esfuerzos por estar allí.
Mario: ¿Puede hablar un poco de cómo ha sido la experiencia de salir de la cárcel? Me gustaría saber si todavía tiene contacto con la gente del grupo Golondrinas, si tiene algún apoyo fuera también. Porque sabemos que salir es difícil y a veces el apoyo que se tenía dentro no siempre continúa fuera, así que no sé cómo es en su caso.
Antônio: Sí, tengo contacto con Aline, con algunas de las chicas, las que no se fueron. Algunas terminaron la carrera y se fueron, otras se casaron, se divorciaron, pero sí tengo contacto. Tengo contacto con la maestra de la escuela primaria, la maestra Walderice, una amiga particular mía, que se pelea conmigo hasta hoy. Tengo contacto hasta el día de hoy con algunos expresidiarios que participan del proyecto. Con familiares de algunos de ellos que no conocía y con los que tengo contacto hasta hoy... Y sobre la salida... Pensé que el recibimiento aquí fuera sería más hostil, pero no fue lo que pensaba, fue muy tranquilo, a pesar de los pesares.
[Sobre la experiencia de salir de la cárcel, Antônio escribió el texto que compartimos a continuación]
Mario: Para terminar, ¿le gustaría agregar algo más?
Antônio: Solo quiero agradecerles a Aline y a las chicas y a los aliados que se unieron al proyecto: el Ministerio Público se unió, el poder judicial se unió, la Chão Editora también. Los lugares por los que Aline pasó divulgando el proyecto y que lo aceptaron bien. También me gustaría agradecerle a la profesora Walderice. Y le agradezco a usted por la oportunidad de contar un poco sobre mí. La vida es compleja, pero hay que romper las barreras de la vida para que el mañana sea un poco mejor.
Mario: Yo también le agradezco. Creo que todos los que hacemos este tipo de proyectos nos damos cuenta y experimentamos lo mucho que aprendemos los unos de los otros y otras.
Antônio: Otra cosa que se me olvidó mencionar es que yo, Denisvan y Gilson Luis, que son otros dos chicos que están en este proyecto, ambos también participan en el proyecto Golondrinas, estamos contribuyendo al doctorado de Aline.
Mario: Genial, quiero leer el texto más adelante cuando esté listo, el del doctorado, para conocerlo.
Antônio: Yo también estoy ansioso por ver cómo va a quedar.
[1] El ENCCEJA (Examen Nacional de Certificación de Competencias de Jóvenes y Adultos) es un examen que otorga un certificado de conclusión de los estudios secundarios.
Antônio Pereira da Silva[4]
Hola, señores y señoras, quien habla ante ustedes es Antônio Pereira da Silva, un expresidiario de la Cárcel Pública de Tocantinópolis. Hace menos de un mes que estoy en libertad. Ya he sentido muchas emociones, pero la de estar libre, creo que moriré sin volver a sentir algo así en mi vida. Toda esa angustia, esa desesperación que estaba consumiendo al ser humano que yo era, pasó. Como si fuese por arte de magia. Porque solo el que pasó por eso puede describir lo maravilloso que es estar libre de nuevo.
Cuando mis pies atravesaron la puerta hacia afuera me sentí como un pajarito que se escapaba de la jaula. Lo primero que hice fue sacudir las alas en un árbol y cantar como si dijera “estoy de nuevo en casa”. No canté, pero suspiré varias veces. Un torbellino de cosas se apoderó de mí y fue entonces que volví a vivir otra vez. Y, señores, no es fácil volver a una sociedad que nos quiere fuera de ella. Pero no está siendo tan malo como pensé que sería. Muchas personas me miran con desconfianza, pero no me dicen nada. Otras vienen a preguntarme si estaba viajando, en realidad, siendo irónicos. Otros miran para otro lado o bajan la cabeza para no mirarme a los ojos. Y también hay algunos que demuestran que tienen un poco de miedo. Pero les doy los buenos días a todos y esbozo una sonrisa, para mostrar que no soy un monstruo, simplemente una persona que está feliz, incluso después de haber estado en los brazos de la muerte por más de dos años. Porque así era como me sentía allá dentro de aquella celda.
Hace unos días, por primera vez después de haber salido de la cárcel, estuve en un lugar con muchas personas. Descubrí que hay otras personas a las que esta sociedad mira con más recelo que a mí. Llegó un joven de apenas 18 años al lugar en el que estaba; todos pararon para mirar lo lindo que era, pero al mismo tiempo, tan mal visto. Algunos empezaron a intercambiar miradas, hacían muecas de risa. Él entraba y salía y todos lo seguían con ojos desconfiados, porque su mal hábito de robar les provocaba miedo a muchas personas. Fue entonces que paré por unos instantes y paré para analizar: ¿cómo puede un hombre reescribir su historia?
Una persona que no pasó por la experiencia de estar preso no puede explicar cómo es vivir dentro de una cárcel, así como tampoco es posible que una persona que nació ciega sepa cómo es vivir viendo. Podemos, sin embargo, darle a esa persona un norte sobre cómo son las cosas en su estado real, enseñándole a reconocerlas a través del tacto, haciendo de sus manos sus ojos.
¿Cómo puede vivir alguien que está trancado, si no a través de los pensamientos que tiene en la cabeza? Con la Secretaría de Educación, a través de las escuelas vinculadas a ella, fue posible llevarles conocimiento a aquellos que estaban olvidados. También con el proyecto de extensión de la Universidad Federal de Tocantins, aquellos, como yo, pudieron viajar a un universo que solo la imaginación puede alcanzar. Porque cuando estamos leyendo un buen libro, viajamos, y eso nos libera, así sea en el pensamiento.
La lectura transforma las concepciones de vida. No voy a decir que la de todos, pero de manera general. Dudar que uno viaja a través de una buena historia y se queda preso en pequeñas charlas, dudar que las actividades escolares y el proyecto de lectura son de suma importancia para la vida de las personas privadas de su libertad es dudar que la respiración es lo que nos mantiene vivos. Pero, como todo en la vida, todavía existen los que se resisten a participar en las actividades que ofrece la unidad con el objetivo de un regreso menos conflictivo a la sociedad.
Dios ha sido, y siempre será, mi único consuelo y refugio. Gracias a todos los que se tomaron un momento de sus vidas para mirarme a mí y a todos los que están presos, muchas gracias. A la escuela y los profesores, a las chicas del proyecto de extensión de la UFT, sin ustedes yo nunca hubiera logrado estar acá, como estoy, bajo la protección de Dios y en los brazos de mi madre, que es la mujer más maravillosa, a quien amo muchísimo.
Profesora Aline, Roberto y Walderice, es con mucha alegría que escribo estas sencillas palabras para agradecerles lo que hicieron y hacen por mí, porque cuando llega el desánimo, me acuerdo de ustedes, de los consejos y de las peleas incesantes que todos entablaron conmigo para que escriba con más calidad. No me canso de agradecerles por todo. Gracias. Ustedes tienen un lugar cautivo en mi corazón .