miércoles, 21 de junio de 2023

Monólogo del tanque

 

En la Unidad Penitenciaria N°1 de Lisandro Olmos hay un gran tanque de agua que sobresale por encima de sus muros. El tanque es un elemento que identifica este penal masculino ubicado en el Partido de La Plata, provincia de Buenos Aires, Argentina. Pero ese elemento que identifica a la cárcel ¿podría ser reconocido como un monumento histórico? Esta fue la pregunta que surgió en el taller de lectura y escritura que coordinan Carlos Ríos y Francisco Pourtalé en la Escuela de Educación Primaria para Adultos N° 701 (EEPA 701) del referido penal y que dio origen al texto que compartimos en la presente entrada.  

La pregunta indirectamente indaga sobre lo que se considera digno de recuerdo y de atención social. ¿Podría haber algo así en una cárcel? Ríos y Pourtalé les proponen a los participantes del taller que sea el tanque el que responda. De esta manera plantean un significativo ejercicio de escucha que luego corresponderá asumir al lector del libro. Hay que escuchar a aquel que fue puesto en el lugar de no hablante, hay que escuchar al tanque. Escucharlo contar sobre lo que observa en la cárcel, lo que ha sido su vida allí, sobre sus anhelos y perspectivas futuras. Por supuesto en su voz es posible escuchar el eco de las voces de los participantes del taller. Pero ellos no se presentan en el relato para dar su testimonio directo o confesarse como muchas veces se espera que hagan las personas privadas de libertad cuando se les da la palabra. La perspectiva que nos ofrecen y nos invitan a asumir es otra: la del tanque en las alturas, encima del penal, desde donde se pueden ver y oír cosas que escapan a los que están abajo, ubicados a uno u otro lado de los muros.    

Cambios de perspectiva como ese —dibujar líneas de fuga, experimentar usos y formas de circulación de las palabras que desafíen las divisiones simbólicas y materiales establecidas— han sido la constante búsqueda de Carlos Ríos tanto en los talleres de escritura y edición que dicta en cárceles, desde 2011, como en sus trabajos fuera de estas. Nacido en Santa Teresita (Partido de la Costa), Ríos cuenta con una amplia producción literaria, que incluye títulos como Manigua, Cuaderno de Pripyat, El artista sanitario (los tres cuentan con traducciones al portugués) y la reciente novela Falsa Familia, una ficción en que aparecen algunas de sus experiencias dando talleres en cárceles e incluso documentos resultantes de estos. Ríos es además el creador de la editorial artesanal Oficina Perambulante que en su página de Instagram se describe como “proliferante, repentista y silvestre”. Entre las obras que ha coordinado en cárceles se cuentan Sin pena, Haikus Libres, Estamos Todos Bien y Diccionario de la vida. Sobre este último, Ríos escribió el artículo “El diccionario de la vida – escritura colectiva, lenguaje y experiencia en contextos de encierro” para la Revista Periferias

Francisco Pourtalé, el otro coordinador del taller del que resultó Monólogo del Tanque, es actor, director, dramaturgo y docente teatral. Un video de presentación del libro, en que participan los autores que leen partes del texto, está disponible (en español) en la página del Centro de Arte de la Universidad de La Plata (UNLP): 

Monólogo del tanque



Prólogo


A partir de reflexiones en torno a la función social de los monumentos históricos, los alumnos del Taller literario de la EEPA 701 se preguntaron si el icónico tanque de la unidad de Lisandro Olmos podría considerarse un monumento.


¿Qué pasaría si el mismo tanque, a través de su voz trabajada por la inspiración y el compromiso de la escritura colectiva nos diera su opinión al respecto? Así fue que el Monólogo del tanque creció hasta hacerse libro.


Desde sus 35 metros de altura, la observación autobiográfica del tanque es doble y simultánea: por un lado, examina las condiciones en las que viven las personas privadas de su libertad y les brinda protección, ofreciéndoles la vitalidad de su agua y sus sabios consejos; por otra parte, proyecta otra espacialidad hacia el exterior y se imagina en la costa atlántica, dentro de un parque de diversiones que alguna vez fue un penal o en el centro de una concurrida plaza pública.


El tanque de Olmos, con su enorme sabiduría, viene a decirnos que a pesar de los años sigue de pie y lucha cada día por su libertad que es también la nuestra. Una práctica esencialmente colectiva, cuya construcción nos compromete como el sol que cada día nos alumbra y nos dispensa la posibilidad de una nueva vida.


Carlos Ríos & Francisco Pourtalé

Coordinadores del taller literario.


                                                                                  fotos de Ezequiel Medina

Presentación

Soy el famoso y conocido tanque de Lisandro Olmos.

Muchas veces me ha pasado que no sé cómo expresar lo que siento, veo y pienso. Nunca antes tuve la oportunidad. Muchas veces me siento cansado y hasta me canso de estar siempre en el mismo lugar. Hace bastante tiempo estoy acá encerrado y se me dio por escribir lo que me toca vivir diariamente. Me gustaría que lean y que se me tome como un monumento, que es lo que creo que soy.


Muchos me conocen muy de cerca y hasta podría decir que algunos me toman como un amigo.


Mi historia es un poco triste, ya que casi toda mi vida me crié y viví dentro de un establecimiento penitenciario, en contexto de encierro, donde me tocó ver millones de cosas que me hicieron crecer y madurar rápido. Todos los días son casi parecidos, la rutina va cambiando, y las personas que acá habitan también. El ambiente a veces es triste, pero siempre poniéndole la mejor. Viene gente de afuera a sacar una sonrisa, a compartir algo con mis compañeros los presos, cuando termina la visita se retiran muy tristes.


Esa tristeza la siento porque la veo todos los días. Pero es algo con lo que se lidia en esta vivencia. Hace tiempo era muy admirado por todos y cuando me construyeron me veían como algo fundamental. Hoy pasaron muchos años y me siento olvidado. No me dan mucha importancia, sólo me ignoran.


He visto y escuchado un montón de cosas, aunque nadie me escucha a mí.


Ya hace tiempo estoy solo y me están descuidando. Me gustaría mucho poder tener un amigo o alguien que me venga a ver y me cuide, es que ya tengo muchos años, me gustaría mucho que me ayuden a cambiar mi imagen, que me limpien, que me mantengan lleno y que por sobre todo me cuiden y valoren.


Siento que poco a poco se van olvidando más y más de mí. Nadie viene a sacarse una foto conmigo, ni me preguntan cómo estoy o si quiero una simple manito de pintura.


¿Por qué al Obelisco sí y a mí no?

Quizás algunos no se dan cuenta de que yo soy importante y necesario…




Visita

Son las seis de la mañana.


Los veo a todos muy contentos por ser día de visita.


Veo lo mismo desde hace años: familias de internos pasando frío, recostadas desde el día anterior en un cartón, tapadas con mantas. He visto y padecido lluvias, vientos, granizos, truenos relámpagos, días nublados, soleados junto a la familia de cada interno, hemos pasado y compartido mucho tiempo.


Yo, desde acá, sufro frío, calor y lluvia.


Se me hace muy difícil no ponerme mal al ver a toda esa gente que todos los días pasa lo mismo que yo. Me da mucha tristeza al ver cómo pasan los años y yo sigo aquí. Muchas personas se quedan, otras se van y la mayoría quizás ya no están.



El poema del tanque


El pasar de los días pareciera cada vez más lento
Todos queriendo buscar su salida y lo noto mucho
La vida de un privado no es para cualquiera
espero que reflexionen el día que estén afuera.
Las horas pasan, las actividades se ven a diario



Otro gran día en Olmos


Hoy amanecí bien, ya que es un día de mucho sol y bastante actividad, por lo que se ve. Mucha gente saliendo al colegio, algunos también van a la cancha, todo se prepara para ser un gran día.

Miro hacia la calle y me pregunto si algún día me dejarán salir a dar un paseo. Mi mayor pasatiempo es mirar el campo, en ese momento siento mucha paz interior y logro conectarme conmigo mismo, pero no siempre me da resultados. Trato de ser simpático con todos, pero siento que conmigo nadie es simpático. Es que me tienen muy descuidado y hasta a veces pienso que me van a demoler.

Justo cruzando la calle tengo un gran amigo, es el tanque de agua de la casa de Cintia, también hace bastante tiempo que se encuentra ahí y somos muy buenos amigos. Me dice que no me saben valorar y que yo soy un monumento de la Provincia. Estoy muy agradecido con él ya que siempre me alienta.

Es un muy lindo día de primavera, me encanta sentir en mi rostro el aire cálido de esta época. También me gustan los días de semana, porque las personas que están abajo mío andan muy activas haciendo esto y lo otro. Lo que no entiendo es por qué nadie se toma el tiempo de subir hasta aquí a venir a visitarme.

Yo sería un buen lugar de escape para esos momentos en que uno quiere estar solo. También soy un buen lugar para tener una cita a escondidas, pero esas citas siempre se toman en otros lugares.

No entiendo por qué muchos me ven como un icono del mal, ya que he escuchado muchas anécdotas de cuando alguien nuevo ingresa. La primer palabra casi siempre es la misma —uh, apenas llegué vi el tanque de Olmos y re compré. 

No entiendo qué tanque podría dar miedo; yo sólo doy agua y esperanza.

Les enseñaré un truco: cuando se cansen de ver sólo rejas y muro mírenme a mí y sólo verán el cielo azul a mi alrededor. 

He escuchado que eso ayuda mucho a despejar.


La corona de Olmos


A simple vista, los seres sólo suelen decir que cargo agua.

Quisiera que cambien mi nombre porque no soy un simple tanque. Soy LA CORONA DE OLMOS, tal vez no sea tan majestuosa como debe ser una corona, pero estoy por sobre muchas cosas y encima de un gran edificio, por sobre mucha gente. Eso no me convierte en una corona, pero me gustaría ser llamado así. Algo que me confunde es por qué algunos se frenan unos segundos sólo para contemplarme o saludarme. Yo soy educado, doy los buenos días y hasta las buenas noches.

No soy sólo un tanque de agua: también soy interno, un preso más, privado de mi libertad, y de por vida. De día brindo agua y vida a todos esos prisioneros que luchan por sobrevivir. De noche soy guardián y cuido de ellos y de las visitas que veo pasar.

Todos los días me impulsan las ganas de seguir «guerreando» por ellos, porque siento que si yo me derrumbo todo a mi alrededor se derrumbará, muchos sueños morirán y muchas familias esperarán sin consuelo una vez más.

Y yo no quiero defraudar las esperanzas que cargan cada uno de ellos porque me reflejan como el agua que cargo adentro mío. Sólo les puedo aconsejar que no mueran de esperar. Las esperanzas no deben morir jamás. Y todo esto es un simple hecho que algún día terminará.



Paseo por los pisos


En todos estos años también he notado que las personas aquí no son todas iguales y por esos son seleccionadas por grupos, pabellones y hasta por piso.

Debajo de todo está la gente más trabajadora (los talleres); en el primer piso están los que más se esfuerzan por hacer conducta, en el segundo piso están los más alborotados, pero llegué a notar que cada año están más tranquilos.

En el tercer piso están los que trabajan y buscan de Dios. En el cuarto piso parece que está la gente más alegre, a veces ni siquiera salió el sol y ellos ya están cantando y saltando, a veces es un poco molesto. Y en el quinto piso están los más próximos a irse.

A veces me gusta pensar que soy afortunado porque veo dos perspectivas de vida muy distintas, por un lado veo miradas desoladas, y otras con mucha esperanza. Afuera son muy pocas las personas que se detienen a contemplar el día, el clima, la naturaleza.

¡Si supieran que acá hay mucha gente esperando sólo poder ir a dar una vuelta manzana! He visto y conocido mucha gente que se va y vuelve, otros que se van y jamás los he vuelto a ver y eso es lo mejor.

Yo soy muy optimista y sueño con que algún día saquen a mi amigo el muro, que saquen las rejas y pongan muchos juegos. En fin, mi gran sueño es ser parte de un parque de diversiones. Pero por el momento solo sigo siendo el tanque de Olmos.



Aventura de palomas


A veces no puedo disfrutar de la primera luz del día ya que las malditas palomas siempre están molestando y hoy no fue la excepción. Sin embargo, estuve hablándoles a mis amigas las palomas y ellas me dijeron «cuéntanos tu historia y nosotras la contaremos, así te harás famoso y volverás a ser como eras antes».

Les conté que a mí me construyeron para dar agua porque el agua es vida, algo que antes era muy admirado por la gente. Yo era muy bueno y necesario. Pero pasaron los años, generación tras generación, y empezaron a verme como cualquier cosa.

Un día, sin embargo, logré mi objetivo: ser admirado y reconocido gracias a mis amigas las palomas. Resulta que ellas llamaron a todas sus amigas y vinieron a tomar de mi agua. Eran demasiadas y eso llamó la atención de mucha gente, la noticia salió en los titulares de la tele: EL GRAN TANQUE OLVIDADO TODAVÍA DA VIDA Y LO COMPROBAMOS: CINCO MIL PALOMAS SE REÚNEN A TOMAR AGUA EN EL TANQUE MÁS GRANDE Y OLVIDADO.

Así volvió todo a la normalidad: me limpiaron, me llenaron y pintaron. 

Ahora soy un tanque nuevo.



Desde la cancha


Interno— Se escucha la voz del encargado de piso que grita ¡¡¡cancha!!! Y yo salgo de la cama entusiasmado por salir al sol que no me da hace mucho tiempo en la cara, veo mi piel blanca como la hoja en la que estoy escribiendo. Al bajar por las escaleras oscuras de Olmos veo como el sol resplandeciente me encandila la visión y me llena de energía. Jugando al fútbol con los chicos, me llama la atención el gigantesco tanque y me pregunto si se sentirá solo…


Infierno


Tan alto y tan lejos de todo.

Muchos se van por donde entraron y yo sigo acá parado, no sé hasta cuándo. Con el transcurso del tiempo vi pasar muchísima gente, pero en la actualidad la mayoría son adolescentes.

Veo también muchas cosas buenas y malas.

Y yo pienso: ¿por qué tanto dolor y sufrimiento? ¿Por qué tengo que ser un tanque y ver todo esto? Mi mayor deseo es salir de esta realidad que me rodea: personas olvidadas por distintas razones o errores por los que no volverán a sus hogares. Yo siento que cada día que pasa me lleno de angustia, por tantas familias destrozadas.

Veo a mi alrededor hogares humildes, negocios, fábricas. Gente que cría hijos sin importar o sin saber si van a pisar esto que llaman cárcel. 

El lugar de los olvidados. El infierno. 

Si tuviera que elegir un lugar en el mundo me plantaría en una linda playa donde todos van a disfrutar y compartir donde hay buenas vibras para todos lados.



Dios y el tanque de Olmos


Un día como hoy, el tanque de agua estaba pensativo, cansado ya de tantos años de trabajo suministrando agua a la unidad penitenciaria y ver tantos humanos a lo largo de estos años.

Tanque— Me pregunto, ¿cuándo será el día de mi jubilación?
(Sin que el tanque se dé cuenta, aparece un ser omnipresente y le responde.)


Dios— Tú estás hecho para suministrar agua toda tu vida. Eres un objeto inanimado y así será por siempre, al igual por acá seguirán pasando humanos porque están pagando sus delitos.

Tanque— ¿Y quién eres para decir estas cosas y opinar sobre mi vida?

Dios— Yo soy ese ser omnipresente que los humanos llaman «Dios». Todo lo veo y todo lo escucho.

Tanque— Entonces si eres un ser tan poderoso como todos piensan, ¿por qué no me das la oportunidad de ser humano por un día?

Dios— Te cumpliré ese dichoso anhelo para que puedas ver, sentir y escuchar como humano, ver por qué son necesarias la unidades penitenciarias para la reinserción social y que los delitos sean pagados ante la supuesta ley implementada por ellos.

Tanque/Humano— ¿Me vas a dejar acá adentro estas 24 horas siendo humano?

Dios— Sí, para que veas la vida que llevan «tus compañeros» acá dentro, para que veas que cumples una función esencial para este lugar.
(Al estar el tanque transformado en humano, desaparece el suministro de agua para la unidad.)

Tanque/Humano— No sabía que al desaparecer yo, también desaparecería el agua de este lugar. Tendrías que poder ayudarme, quedándote por 24 horas suministrando agua, de lo contrario no podría llevar la vida común del día a día.

Dios— Está bien. Por esta vez te ayudaré y me transformaré en un tanque. A cambio, al final del día, cuando vuelvas, quiero una reflexión de cómo son los humanos.

(Y así fue. El tanque vivió la experiencia durante el día de cómo es ser un humano privado de su libertad y al final del día volvió con su reflexión.)

Dios— ¿Cuál es tu reflexión?

Tanque/Humano— Aquí es un lugar muy triste, hay mucho potencial desperdiciado, personas que podrían ser importantes, médicos, escritores, abogados y hasta profesores, pero por errores que cometieron o por no haber tenido las posibilidades adecuadas terminaron tras las rejas. La reflexión que puedo hacer es que es normal errar, ya que cometer errores es de humanos, nadie es perfecto. Hasta tú, Dios, que parece que tienes a todos estos humanos abandonados en pena y son tu creación. Si ellos erran, entonces tú eres igual de culpable que ellos.


Espíritu de libertad

Quiero salir, me están pesando los años.
Me encuentro en este lugar y en la misma postura desde hace 90 años aproximadamente. Esta vida no es para nadie. Acá se arman peleas contra la misma muerte; el Estado no lo ve y el Servicio, tampoco.

Me gustaría que me saquen de acá y me restauren, que me trasladen al centro de la ciudad y que me reconozcan como monumento histórico. También quisiera irme con mi primo, el faro que se encuentra en la costa de Mar del Plata, donde todos se van de vacaciones y se sacan fotos con él.


Cada día he vuelto a brillar, el sol me rodea, el espíritu de libertad está llegando, mis piernas son fuertes y me ayudan a jamás caer, siempre de pie. Nada me va a derribar, excepto la demolición que algún día llegará. 

Hoy sólo pienso en disfrutar estos días de sol y aire fresco.


Al parecer, mi destino es derrumbarme en este lugar, solo, triste y olvidado. Observo a mi alrededor y veo muchas cosas buenas, como también lo malo. De toda esta triste realidad son pocos los que se adaptan al ritmo de la sociedad.

Cuando muchos son los que se van, muy pocos se quedan en libertad. El resto, regresa.

Cada mañana los veía en la ventana, consumiendo un cigarrillo, pensativos y angustiados. Desde este punto de vista alcanzaba a ver todos sus pensamientos.

«Qué lindo estuvo el día, jamás pensé que un día como este podría llegar a sentir tantos sentimientos en mí: felicidad y tristeza. Qué grande está mi hijo, siento ganas de salir y estar con él, darle lo mejor para que nunca fracase y pase por algo similar. Me da mucha rabia tener que despedirme de esta forma, no lo soporto. Mi hijo llora al despedirse de mí. Qué triste pensar en que le fallé durante muchos años. Espero esta vez no volver a ser el mismo egoísta y descuidado.»

—Qué lástima. Qué sentimiento tan contagioso. Al parecer compartimos el mismo sentimiento, alejarnos de este lugar sin que nada ni nadie lo impida, y ser felices viviendo la vida que es tan hermosa, a pesar de los obstáculos y de lo que uno elige vivir.



Para la traducción al portugués del "Monólogo del Tanque" nos apoyamos en una herramienta de Inteligencia Artificial (IA), el Chat GPT, a modo de experimento. Con el Chat GPT hicimos una primera versión que luego revisamos cuidadosamente. La IA respondió con limitaciones significativas en aspectos como la falta de reconocimiento de la ironía o de términos de uso local. La versión final incluye un número considerable de alteraciones. Para no cometer injusticias debemos decir que los posibles errores de traducción son de nuestra entera responsabilidad, ¡no del Chat!


Participaron en la traducción y revisión del "Monólogo del Tanque": Bruna Macedo de Oliveira Rodrigues, Mario Rodríguez Torres, Ximena Vargas, Janaina Andriolli y Penélope Chaves Bruera.



Fotos de Francisco Pourtalé