El libro Mulheres Possíveis: corpo, gênero e encarceramento (2019) reúne algunos de los resultados de los laboratorios que las artistas Beatriz Cruz, Leticia Olivares, Sandra Ximenez y Vânia Medeiros realizaron con mujeres privadas de libertad en la Penitenciária Feminina da Capital (PFC) en Carandiru, São Paulo, Brasil. Los cuatro laboratorios (más el “trueque poético”) pueden ser resumidos como espacios de experimentación de formas de ser mujer fuera de los encuadramientos patriarcales y punitivistas.
A continuación, compartimos algunos fragmentos que tradujimos al español del libro: la introducción, donde se explica con detalle la propuesta de las artistas, y dos textos poéticos. Uno es colectivo, resultante de la costura de muy breves historias sobre el nombre propio, el cual nos hace percibir la cantidad y diversidad de mujeres que participaron de los laboratorios y que son silenciadas en el espacio carcelario. El otro es un texto escrito por una de esas mujeres. En él, la incalculable potencia del cuerpo se presenta indesligable de la del territorio (amazónico) con el cual se funde en una sonrisa.
A otro de los textos del libro le dedicamos la siguiente entrada, pues los resultados que su traducción produjo merecen una presentación aparte.
São Paulo,
05 de dezembro de 2019
Hola,
Esta es una carta dirigida a ti que, en algún momento de tu historia, entraste en contacto con este libro. “Una carta es una visita”,fue una de las definiciones que recolectamos en nuestras búsquedas para esa palabra. Te invitamos, entonces, a visitar esta colección de hojas de papel, impresas con fotos, textos y dibujos que presentan un pequeño recorte de la vida de algunas mujeres, durante un período determinado. En esta colección, imágenes y palabras revelan la singularidad de cada una, al mismo tiempo que cuentan un relato colectivo. Diversas voces hacen eco para narrar historias posibles.
Esta publicación es fruto del Proyecto Mujeres Posibles: cuerpo, género y encarcelamiento, con apoyo del programa Rumos Itaú Cultural 2017-2018. El trabajo, sin embargo, se lleva a cabo desde 2016, de forma voluntaria o con apoyos puntuales de unidades del Servicio Social del Comercio (Sesc), una o dos veces por semana, en la Penitenciaría Femenina de la Capital (PFC), localizada en el antiguo complejo Carandiru, en el barrio Santana, en la zona norte de la ciudad de São Paulo. Dicho lugar está cargado de memorias que no pueden ser borradas. Las penitenciarías masculinas fueron demolidas, se creó un parque en el local, el Parque de la Juventud. Las femeninas permanecieron. Más de un kilómetro de muros aíslan a la penitenciaría de las concurridas avenidas circundantes y del cotidiano de la ciudad.
¿Y tú, dónde estás ahora? ¿Qué puedes ver en este momento a tu alrededor, desde donde estás? ¿Ya estuviste o estás en una penitenciaría?
“Tomamos las prisiones como un hecho, pero a menudo tememos enfrentar las realidades que producen. Después de todo, nadie quiere ir a la cárcel. Dado que sería demasiado angustioso manejar la posibilidad de que cualquiera, incluso nosotrxs mismxs, podría convertirse en prisionerx, tendemos a pensar la prisión como desconectada de nuestras propias vidas.”. (DAVIS, 2018, p. 17)
Esta es una afirmación de Angela Davis, filósofa y activista estadounidense.
¿Crees que la prisión es algo inevitable en la sociedad?
Te hacemos estas preguntas porque, durante el Proyecto, nos hicimos un montón de ellas, algunas triviales, otras más complejas. Algunas están destacadas a lo largo del libro. Fueron hechas por y para mujeres, dentro y fuera del sistema penitenciario. Tal vez sean una forma de iniciar un diálogo o de mirar alrededor de la vida en una prisión, de entender el contexto de una sociedad que encarcela cuerpos de mujeres —sobre todo negras— de forma exponencial.
¿Qué nos separa?Tal vez esta haya sido una de las preguntas que reverberó por más tiempo. Llegamos a la PFC, en 2016, por una invitación de la Coordinación de Reintegración Social y Ciudadanía de la Secretaría de Administración Penitenciaria (SAP). La dirección de la penitenciaría nos abrió las puertas y siempre ha sido bastante receptiva a nuestras ideas. Cuatro mujeres artistas, que trabajan con diferentes lenguajes —performance, música, artes visuales y teatro— y que, sobre todo, querían conversar sobre cuerpo, género y encarcelamiento. Estas palabras pasaron a ser ejes de investigación, conversación y experimentación, y sirvieron para abordar temas pertinentes a los pensamientos y acciones respecto al pertenecimiento y autonomía de los cuerpos, qué es ser mujer, qué es la libertad, entre otras cuestiones. Fuimos, a lo largo del proyecto, creando y pensando sobre el significado de estos y otros términos, construyendo un glosario, a partir de las definiciones a las que llegábamos. Estas “entradas” aparecen, a lo largo del libro, en hojas azules menores.
Comenzamos una serie de encuentros a los que llamamos Laboratorios de Creación (Labs) donde el cuerpo estaba siempre en el centro de las experiencias. Fuerza, resistencia, apatía, crisis, cansancio, euforia, emoción: la búsqueda era (y es) por mover algo en este espectro y conectarnos con lo que está vivo en cada una de nosotras.
En el libro, están las imágenes y palabras recolectadas en cuatro laboratorios de creación que ocurrieron entre octubre de 2018 y julio de 2019. En el Lab_Cuaderno de campo cada una tenía un cuaderno, hecho a mano, donde hacíamos propuestas de dibujo y escritura, semanalmente. Buscábamos crear narrativas —o contranarrativas— a partir de la perspectiva de aquellas que están, todos los días, viviendo el encarcelamiento. Presentificar el cuerpo, mirar alrededor y evocar imágenes de este periodo.
En el Lab_Performance, entrábamos todos los días con una maleta de ropa —más de 80 prendas— para vestirnos y desvestirnos. Quitarnos el uniforme y colocarnos en la piel otras capas de subjetividad, relatar, con juegos teatrales, música e imágenes, la fuerza de cada cuerpo. El resultado de esta parte del proyecto fue una performance presentada a otras presas e invitadxs externos. Ya en el Lab_Culinaria, cocinamos y aprendimos recetas vegetarianas con la Chef Govinda Lilamrita, que dirigió el trabajo. Cocinar era un pretexto para hablar de autonomía, cuidado y de un tema importante en el contexto carcelario, la comida.
El Trueque Poético fue la última actividad realizada, durante cuatro meses. Se trata de un intercambio de cartas entre mujeres que están en la penitenciaría y mujeres que están afuera, inscritas por medio de una convocatoria pública. Una especie de red de sororidad. La carta, en la prisión, es una forma de comunicación que parece mantener palpitando los cuerpos. El vehículo de encuentro entre mujeres que no se conocían y se propusieron intercambiar ideas, angustias, deseos, miedos… Nosotras hacíamos de mensajeras. En cada encuentro, tanto adentro como afuera, además de leer y responder las cartas, sugerimos textos de diversas autoras para ser discutidos, actividades reflexivas, ejercicios corporales, de escritura y de dibujo.
El libro también presenta, además de los ecos de esos momentos creativos, dos conversaciones entre mujeres relacionadas con el sistema penitenciario y el Proyecto. Entonces, traemos a Walessandra Souza Rodrigues entrevistando a Dina Alves, y Govinda Lilamrta siendo entrevistada por Yamila Goldfarb. Son voces que se suman para que pensemos sobre el encarcelamiento de una manera más amplia. Después de todo, pensar sobre las mujeres que están presas es pensar cómo queremos, en tanto sociedad, hacer frente a la desigualdad social, la violencia contra la mujer —en diversos ámbitos—, el racismo y la política respecto a las drogas.
En esta publicación, buscamos no jerarquizar los textos, imágenes, dibujos y autorías. Las narrativas están superpuestas y entrelazadas. Nos encargamos de la organización de este material, siempre en diálogo, con idas y venidas a la PFC para compartir los avances de este proceso. Al mismo tiempo participamos de la creación, siendo tanto autoras como colaboradoras de esta obra. Al final del libro hay un índice con los créditos.
¿Qué mujerES eres tú?
Esa fue otra de las preguntas que nos hicimos en los procesos dentro y fuera de los muros, y que nos sigue acompañando. Son muchas las respuestas y, con este libro y por medio de los encuentros que teje, respondemos: Somos Mujeres Posibles y decimos sí a la invención de realidades a través del quehacer artístico.
Terminamos esta carta de presentación con una pregunta de Angela Davis, en el intento de visualizar otras formas de existir:
“Un desafío importante para este movimiento es realizar el trabajo que creará ambientes más humanos y habitables para las personas en prisión, sin apuntalar la permanencia del sistema carcelario. ¿Cómo, entonces, logramos este malabarismo de atender las necesidades de lxs prisionerxs (...) y a la vez demandar alternativas a las condenas mismas, no más construcción de prisiones, y estrategias abolicionistas que cuestionen el lugar de la prisión en nuestro futuro? (DAVIS, 2017, p. 122)
Referencia bibliográfica:
DAVIS, Angela. ¿Son obsoletas las prisiones? Traducción Gabriela Adelstein. Revisión técnica de la traducción y prólogo: Claudia Cesaroni. Córdoba: Bocavulvaria Ediciones, 2017.
Yo me iba a llamar Maria Madalena, pero el abuelo me puso Edivânia porque era el nombre de una hija que murió. Soy hija de Jacinete y Gercina, iba a llamarme Jéssica, pero quedó Eliane. Miriam creo que significa fuerza. Fátima es el nombre de mi bisabuela. Juliana es un homenaje al nombre de la amiga de mi mamá que se llamaba Julieta. Cristiane porque mi papá vivía enamorado de la actriz Cristiane Torloni. Naftali es un nombre hebreo. Samara no sé por qué. Juliet porque es bonito. Tanaka Luanda porque a mi papá le gusta África. Grazielle porque tengo un ojo azul y otro castaño y mi nombre iba a ser Sulamita. Scheine porque era el nombre de una enfermera judía y porque soy heredera de terratenientes del café. Letícia significa alegría y el notario dijo que era con tilde. Silvia Alejandra todos me dicen Alejandra. Monica fue elección de mi papá, mi mamá dijo que era el nombre de una mujer que él tenía en la calle. Vânia porque me iba a llamar Ivana. Maria Luiza porque yo soy de la playa y es el nombre de un pez. Beatriz solo me dicen Bia. Sandra es arenosa. Dagma Aparecida porque mi mamá casi me pierde y Dagma es el nombre de una gitana. Anísia, Cilceli, Gislaine, Caren, Érica, Fernanda, Tabatha, Tanira, Tatiane Angela, Hilda, Ingrid, Jhoanna, Lourdes, Marlyn, Nady, Shandelies, Maria, Suellen, Paola, Caline, Kamila, Sarah, Rosangela, Utumphon, Cintia, Anna, Thereza, Camila, Claudia, Cleude, Flora, Gisela, Karen, Maíra, Mariana, Marina, Mayra, Oiga, Raquel, Renata, Thaís, Viviane, Isabel, Eloísa…
O meu sorriso é tão grande quanto o Rio Negro. Falar do Rio Negro é simplesmente falar de imensidão, de tesouros, de força, coragem sem limites... Nosso lindo e formoso Rio Negro nos traz um grande segredo onde os botos cor-de-rosa passeiam e trazem a magia do encontro com suas histórias do boto bravo, encantador, aquele que vira homem para seduzir as mulheres com todo seu encanto e depois simplesmente desaparecem. Lá também esconde-se a cobra Boiuna Sucuriju, a grande fera que surge do nada, corre no corpo um arrepio, o sangue nas veias fica frio, com seus olhos de fogo que encandeiam os pescadores que nele vagueiam. Grande mistério de força e coragem de um grande encontro, o encontro das águas, onde elas se abraçam, se tocam, mas não se misturam. O Rio Negro com todos os seus mistérios e o Rio Branco com sua grandeza e volume, cada um com seu jeito, ph e acidez diferente… Quando me deparo, vendo a tão grande Existência deste lindo rio, me ponho a pensar, assim é meu sorriso, sem limite. Contemplar essa enorme obra feita por Deus é simplesmente um encanto que me remete a um belo sorriso que refrigera a alma. Escrita de Eliane | Mi sonrisa es tan grande como el Río Negro. Hablar del Río Negro es simplemente hablar de inmensidad, de tesoros, de fuerza, coraje sin límites… Nuestro lindo y hermoso Río Negro nos trae un gran secreto donde los delfines rosados pasean y traen la magia del encuentro con sus historias del delfín valiente, encantador, ese que se convierte en hombre para seducir a las mujeres con todo su encanto, y después simplemente desaparecen. Allá también se esconde la serpiente Boyuna Sucuriju, la gran fiera que surge de la nada, el cuerpo se va erizando, y la sangre en las venas helando, con sus ojos de fuego que deslumbran a los pescadores que en él deambulan. Gran misterio de fuerza y coraje de un gran encuentro, el encuentro de las aguas, donde ellas se abrazan, se tocan, pero no se mezclan. El Río Negro con todos sus misterios y el Río Blanco con su grandeza y volumen, cada uno con su estilo, pH y acidez diferente… Cuando me descubro, viendo la existencia tan grande de este lindo río, me pongo a pensar, así es mi sonrisa, sin límite. Contemplar esa enorme obra hecha por Dios es simplemente un encanto que me remite a una bella sonrisa que refresca el alma. Escrito de Eliane |
Participaron en la traducción y revisión de esta entrada: Bruna Macedo de Oliveira Rodrigues, Mario Rodríguez Torres, Ximena Vargas, Janaina Andriolli, Caterine Hernandez Valencia, Penélope Chaves Bruera y Cristiane Checchia.